¿A dónde van las viudas?

 ¿A dónde van las viudas?

 Etimológicamente la palabra viuda significa “dividida” “separada de su estado natural”. Nunca un vocablo tan antiguo, se remonta a los romanos, ha mantenido intacto su significado. Es cierto que cuando muere tu esposo, el dolor es tan físico que apenas se puede respirar. Dicen los psicólogos que es parecido a perder un miembro del cuerpo. Y así lo he sentido yo. Pues no es solo la ausencia espiritual la que te llena de amargura el alma, sino la práctica ausencia de la tangibilidad de la persona que te acompaña durante toda una vida. La dureza de esta soledad, que hiela el corazón, que te deja inerme, sin capacidad de reacción, es tan honda, que no hay remedio para esa pena. Es cierto que la vida te permite estar rodeada de amigos, familiares, conocidos, que se empeñan en asistirte en el duelo, dejando a un lado sus rutinarias vidas. Intentan, con ello, paliar el dolor que te aflige. El cariño que transmiten merma la tristeza momentáneamente pero después ¿a donde vamos las viudas? La soledad solo la puede entender otra viuda, otros viudos. No somos más ni mejores que los divorciados o solteros, pero sí que el desamparo es más profundo y espinoso. Quizá sea porque no tenemos que lidiar con burocracias absurdas en discusiones eternas para saber quién se queda con la custodia de los niños. Tampoco es el hecho de la soledad buscada por los solteros en muchos casos. Nosotras nos quedamos solas, enfrentándonos de un modo triste, apático, insufrible a una marabunta de documentos que terminan en la liquidación de herederos. Se resumen en unos cuantos euros y bienes inmuebles los más afortunados. Eso, no nos devuelve la vida. La muerte arrancó, como la hoz en la siega, nuestra vitalidad, las ilusiones y los planes futuros; nos dejó en la incógnita de cómo será la jubilación. No nos permitió disfrutar de los hijos, de los nietos, de las bodas, de los cambios de trabajo de nuestros niños…ellos quedaron sin padre; nosotras sin marido. Viudas Con las lágrimas maquillando nuestra cara. Los párpados abotargados de tanto llorar. Ese rictus de amargura que perfila las comisuras de la boca marcando unos resecos labios. En el fondo de las pupilas reflejada, en negro carboncillo, la nula esperanza de una vida mejor. ¿A dónde van las viudas? Se acabaron los viajes con los amigos, parejas de años que compartieron con nosotros mesas de comida, recuerdos, añoranzas, fotos… ya no cuadramos en ningún paisaje. Ahora entiendo el luto; un año, dos años, tres años…los años que se suman uno tras otro hasta que algún resorte alivia la clausura autoimpuesta. Las viudas ¿estamos mejor vistas que las divorciadas? Es posible, pero nuestra vida se apagó en cuanto ellos dejaron de respirar. Ellas, una vez repuestas, buscan el remiendo al parche de la falta del esposo entre alegres comitivas de jaranas sin fín. Se quejan de su mala suerte; pero se regocijan en su nuevo estatus de mujeres liberadas y aspiran el fresco aire de la renovación como adolescentes más sabias y entrenadas. Ya no las engañarán más. Serán ellas mismas, al fin sin soportar el yugo del opresor, maltratador, o, simplemente, el prescindible. Ese aborto de infarto que oprime la garganta y que en físico desgarra nuestra voz, nos acobarda. ¿A dónde vamos a ir las viudas? A veces deseamos habernos convertido en satimati para, de esa forma, traspasar la frontera de la muerte junto al finado y empoderarnos ante la sociedad como fieles esposas. Nuestro rostro, sumido en tristeza, no es buen compañero para ratos de asueto. No nos quieren tristes. Y es cierto. La tristeza marchita los pensamientos. Nos quita el ingenio. Nos deja sin risas. Pasan los meses y no mejoramos. Cualquier objeto o situación o palabra vuelve a reabrir la llaga por la que se asoman tantos recuerdos. ¿A dónde van las viudas? Con los negros pensamientos, llegan también los quebrantos aunque la ropa sea de colores. La sombra oscura que marca las ojeras impide disimular el llanto vertido. Unas violetas parecen las cuencas de los ojos, y en el fondo, un reducto de aquellos que se achicaban en mil arrugitas, como abanicos, cuando reías. Ya pasó el tiempo de las risas. Queda claro que ese privilegio es para los jóvenes, los niños, los no viudos… Contéstame amor, ahora, que te fuiste ondeando tu derrota como la bandera de rendición del vencido ¿a dónde van las viudas?... 

Pity Saint James

Comentarios

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    1. Muy bien expresado Pity el dolor de la perdida, desde lo mas hondo de las entrañas.
      Y con respecto a la pregunta; ¿A dónde van las viudas?, yo te respondería que hacia un camino, tortuoso, mas o menos largo, que las haga separarse del significado que ese apelativo que las define; “dividida” “separada de su estado natural”, con el que realmente se pueden quedar identificadas y de esta forma estar condenadas a la melancolía eterna ;" Ya pasó el tiempo de las risas. Queda claro que ese privilegio es para los jóvenes, los niños, los no viudos…" a esa imposibilitadas para que nuevos deseos florezcan. Cosa que se logra con el tiempo y superando el duelo, con mucho dolor si y sin olvido, con un recuerdo que quedará incorporado para siempre en el ser como parte de uno mismo, ya no hay división sino integración de una parte de una vida que morirá solo cuando nosotros muramos.
      Asumiendo que las cosas no serán igual a como hubiesen podido ser, pero que
      continúan siendo. Con el tiempo y amor, con ese amor que el ser querido nos dejó ( en este caso no están em mejor posición las separadas o divorciadas, que parten del dolor de la decepción del amor fallido), seguir viviendo, deseando, disfrutando y amando.

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    2. Gracias Casi. Me has escrito desde la esperanza. Un beso

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  2. Con tus letras en la garganta, tratando de enviarte un mensaje de aliento. Dicen los sabios que el tiempo acaba endulzando los recuerdos, las fallas, lo vivido y lo no vivido. Cada duelo es único y personal, cada persona sabe de su alma. Nadie como tú sabe de ese alma que ahora no encaja en ningún paisaje. Un abrazo enorme

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  3. Pity, tal como expresa Mercedes con la palabra y la experiencia más sabia, tu alma ahora no encaja en ningún paisaje. Habrá que esperar el paso de las primaveras y los otoños para que tu alma no se sienta dividida, para que puedas volver a mirar la vida con los ojos ilusionados y los horizontes devuelvan la luz que ahora solo tiene tintes negros como los ropajes de la viudedad. Estoy segura que mas pronto que tarde el dolor se cobijará en un lugar donde puedas tenerlo domesticado, y podrás escoger miles de caminos por los que viajar y pasear el recuerdo de tu amado Tomas.
    Las separaciones siempre tienen sabor a fracaso, pero las separaciones impuestas por la muerte además tienen la nota amarga de la impotencia. No te olvides que eres una privilegiada por ser capaz de amar como amaste y como sigues amándolo. Es tu primer verano separada de su apoyo, de su cuerpo, de sus rutinas, de sus proyectos..., no te preocupes, llegaran destinos que serán todos tuyos y donde no tendrás espacio para sentirte dividida. Entretanto, aquí te prestamos un hombro...

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