poema de Miguel Hernández (A petición de José Tomas)
Sonreír con la alegre tristeza del olivo,
Esperar, no cansarse
de esperar la alegría.
Sonriamos, doremos la luz de cada día
En esta alegre y triste vanidad de ser vivo.
Me
siento cada día más leve y más cautivo
En
toda esta sonrisa tan clara y tan sombría.
Cruzan
las tempestades sobre tu boca fría
Como
sobre la mía que aún es un soplo estivo.
Una
sonrisa se alza sobre el abismo. Crece
Como
un abismo trémulo, pero batiente en alas.
Una
sonrisa eleva calientemente el vuelo.
Diurna,
firme, arriba, no baja, no anochece.
Todo lo desafías, amor
Todo lo escalas.
Con
sonrisa te fuiste de la tierra y el cielo.
…/…
NOTA DEL ENVIADOR.- Este Poema lo escribió en 1.942 en la cárcel de Alicante, muy poco tiempo antes de morir, y ya muy enfermo. Emociona aún más por ello su fuerza, su acento en la esperanza: “Una sonrisa eleva calientemente el vuelo, diurna, firme, arriba, no baja, no anochece…”, de un hombre que agoniza en la cárcel, bajo el sufrimiento añadido del hambre de su esposa y de su hijo, como emociona su adiós a sus amigos: “Despedidme del sol y de los trigos…”.
Con MIGUEL HERNÁNDEZ me
hermana
Impresionante. Doloroso. Casi vivo.
ResponderEliminarTodo listo desafías amor, todo lo escalas...
ResponderEliminarQué belleza